martes, 16 de mayo de 2017
A veces nos damos cuenta que la vida es una burda función donde solo somos el protagonista cuando las cosas se ponen feas o cuando toca coger el toro por los cuernos. El resto del tiempo no dejamos de ser más que la putita que menea el culo y enseña las "largas" bajo la blusa sin sujetador.
Cuando nos rodeamos de complejos termina empañando nuestra manera de ver la vida, donde el ¿que dirán? pasa a ser un imperante en nuestra forma de actuar. No somos ni protagonista, ni mucho menos director, no podemos escribir la siguiente página de nuestra existencia sin el permiso de los actores secundarios.
El productor ejecutivo siempre ha sido un buen hijo de puta, que nos limita a mirar la televisión con el virus consumista haciendo su trabajo, devorándonos por dentro, haciendo que el atrezzo nos parezca de peli de serie b aunque en otros escenarios sea una de marvel.
Es jodido tener que estar bajo el yugo de la economía y más aún de lo políticamente correcto (Todo aquello que contiene la palabra político/a me suelta el vientre), pero lo realmente grave es no poder seguir construyendo la siguiente escena sin que nadie emborrone tu guión. La crítica entra a despellejarte antes aún del estreno, haciendo que cualquier intento de felicidad sea solo un amago ante la maravillosa gran cartelera del inmovilismo.
Es más sencillo no hacer nada, vivir tal y como se ha dictado. No conocer los mecanismos que hacen que lo que nos nace emocionalmente se reprima enquistándose por algún interés de carácter ético, social o económico. Y si eres "avispao" y conoces los mecanismos prepárate para estirar tu lengua hasta llevarla al esfínter por que te van a llover opiniones en contra.
Ponerse ante los focos y un buen monólogo al dulce sonido de la guitarra de Gary Moore con una verde bien fresquita es quizás lo único que a los pobres parias como yo nos puede hacer desarrollar nuestra teatral tragicomedia unicopensante. Cerrarse en banda a colaboraciones de chicas mas guapas que tu que al final destaquen tanto en tu función que solo te quede pellizcarte los pezones para que se marquen debajo del top mientras masticas chicle y respondes al nombre de Stacy, es quizá la única alternativa en este show business llamado vivir. Todas muy monas, pero ninguna con guión propio, menos Stacy que busca a su héroe mientras las demás se burlan de ella, puta cenicienta, tu carroza es un seat viejo y tus zapatos de cristal el estribillo de una canción sin terminar. Y el príncipe mientras soltando gallos en Eurovisión.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)