domingo, 26 de noviembre de 2017

   Llevo tiempo pensando en la importancia de la palabra, el poder que encierra el uso adecuado de nuestro lenguaje. Estamos estupidizados, es mi opinión, y no suelo ocultarlo. No solo no leemos bien lo que a nuestras manos, o mejor dicho al alcance de nuestros ojos llega, sino que tampoco contrastamos y dudamos de todas las "verdades" que nos seducen.

   No hay comunicación sin lenguaje, ni lenguaje sin palabras, y la voz nace de dentro, de nosotros mismos, de ese hueco que alberga nuestros temores, esperanzas, sueños, emociones nacidas de ese hueco mundo. La voz navega en un oceano de emociones, tiembla, se agudiza para destacar, se apaga gravemente para hablar de algo que nos duele. Voz, palabra, emociones.

   Utilizamos mal la palabra, la manipulamos de una forma obscena, no es nuestra culpa, es solo lo que nos hemos encontrado en este mundo. La educación que erra desde hace ya más de un siglo y que seguirá errando pues nada a cambiado y nada cambiará.

   Me he propuesto en secreto desde hace un tiempo utilizar la palabra como un aliado, pero no para mis intereses personales, si no para mejorar lo poco que puedo mejorar de este vacío barranco que arrastra nuestras vidas hacia una imparable muerte. No seré eterno, ni siquiera importante pero al menos intentaré mejorar la vida de todo aquel que me rodea con la palabra. Es un gesto insignificante, pero tampoco requiere un esfuerzo mayor que el escuchar los ecos más bondadosos que nacen de ese pozo anclado en nuestro pecho.

   Básicamente es lo contrario a lo que hoy llamamos Trollear. No voy a dejarme llevar por esa moda tan desagradable de machacar al otro solo por el hecho de molar. Cuando se es cómico y uno se ríe de si mismo puede permitirse el lujo de jugar a bufonear al resto, pero deberíamos reflexionar sobre si en nuestra mano está el poder de reírnos de nosotros mismos.

   Es preferible que nuestra voz siembre un poco de magia y moldee hermosas palabras bien usadas, a entrar en una constante confrontación de ingenio malintencionado donde el único ganador es la perdida de relación entre individuos.

   Y con esta gilipollez que llevo poniendo en practica unos cuantos días me voy a dormir. Tened dulces sueños, maquillad vuestras vidas y por favor, follad más.