¿Qué importa? El mundo, yo, los sueños, la vida en sí, una puta bandera ¿Que importan? Nada importa, la verdad, si se me aprieta una vuelta de tuerca más en mi cabeza, nada importa, todo me la suda, siempre fue así y actualmente lo seguiría siendo de no ser por las inquietudes que ciertos momentos de mi existencia han tatuado en ese tic tac que tengo escondido en una caja podrida en mi pecho.
He de admitir que estoy deprimido, sí, de bajón, y en esta asquerosa depresión he encontrado algo maravilloso, alivio, estoy aliviado por ver que no me equivocaba, todo es una mierda. Las debilidades nos hacen dañinos ante el prójimo, nos escondemos en estupideces y no escuchamos ni observamos al de al lado.
Llevo un par de días reflexionando entre borrachera y borrachera, más que nada por que cuando estamos mamados tenemos una percepción muy diferente de la realidad. Son varios puntos, pero uno de los más importantes es el de reducir la comunicación verbal. Creo que no sirve de nada hablar con los demás, no te escuchan y ya en emitido en juicio en sus cabezas, para que intentar cambiar nada, dejemos a cada uno con su receta y su medicina.
Es preferible enmudecer, solo abrir la boca para lo estrictamente necesario, sexo oral, algún beso, engullir, beber, bostezar y algún que te follen, o mejor, un adios, incluso ambos juntos. No decir nada, mirar alrededor y sostener la situación en nuestras cabezas como una casa de muñecas frágil lista para ser zarandeada y espiada por un gran ojo del que ningún detalle se escapa.
Lo mejor de enmudecer y ser un mero espectador de todo es que estamos tan absortos en nuestro juego de vida burguesa y estupidizada que ni siquiera nos percatamos que hay una voz menos en el coro, una cabeza menos pensando en el colectivo aborregado pero bien vestido y mejor peinado, con su botoncito abrochado hasta la nuez y cinturones y zapatillas a juego. Ooooh, y que pena cuando nos damos cuenta que la voz ya no está, hace ya que se fue y hasta desprecia al oído que a su vez hizo lo mismo con ella un tiempo atrás.
Deprimido, sonriente y aliviado, ese es mi estado. Un momento de dulce y maravillosa punzada, como una azote en la nalga, un pellizquito de placer y dolor. Como esas uñas marcadas en la espalda. Sentado en mi bosque, mirando con desprecio a la lejanía, ahora quien quiera verme, tendrá que entrar aquí primero. Ya es tarde para cambiar mi opinión. Os cantaré, solo os cantaré.
Solo canta los enigmas de tu corazón, convertirlas en una hermosa cancion, cantanos tus penas y alegrías con volumen alto si señor, y que solamente canté tu magia interna, que se sofoquen nuestros malos pensamientos y cuando nos sentimos así que sea tu música quien deleite nuestros silencios
ResponderEliminar