martes, 10 de diciembre de 2013


   Hay días en los que te levantas con esa sensación amarga llamada derrota. Esos días en los que no ves más sentido que respirar casi de manera instintiva por no perder la conciencia de esta realidad empachosa, desesperanzadora y apática que tenemos.

   Vivimos entre luces y sombras, a veces olvido eso. He tardado en darme cuenta lo fácil que es caer en la espiral de adormidera social en la que nos mantenemos. El click que ha hecho esto en mi conciencia es muy sencillo. Magia: Arte, engaño, ilusión, mentira. ¿Mentira? no lo se, pero apostaría mi coleta a que no.

   Una de las diferencias claras entre el niño y el adulto es que el niño sigue creyendo en la magia, esos pequeños cabrones siguen enseñándonos más y más. Creemos que de adultos lo sabemos todo, pero cuando realmente lo sabemos todo es de niños, y lo olvidamos, o mejor dicho, nos obligan a olvidarlo. La existencia de la magia es una de esas cosas que hemos olvidado.

   El arte tiene magia, el sexo tiene magia, el atardecer tiene magia, todo aquello que tenga el poder de transmitirnos de mundo real al onírico tiene magia. La vida es magia. Podemos ponernos todos muy seriotes y muy pedantes a exponer nuestros conocimientos, que si no se tiene esa pizca de magia, no servirá de nada.

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