jueves, 14 de noviembre de 2013
El tiempo, el espacio, el movimiento, el cambio. Ese gesto vital que nos devuelve a la realidad mas dolorosa, todo cambia, todo coquetea con ir a una dirección o a otra, parece quedarse quieto, pero todo se mueve, todo evoluciona. Una ley vital maravillosa es que nada se queda parado, congelado, sin ningún tipo de variación.
La raíz comienza en un punto, a partir de ese punto se desarrolla, y continua evolucionando hasta llegar a convertirse en un ser finito, pero con un desarrollo constante imparable por la naturaleza. Estos seres finitos se relacionan entre sí haciendo un enmarañado y complejo gesto denominado influencia. Las influencias que nos rodean en nuestra vida hacen que nuestro siguiente gesto sea una magnífica obra desviada hacia un lado o hacia otro por éstas.
Los individuos que ven los lazos que sujetan todas estas influencias tienen la posibilidad de variar en algún grado el siguiente movimiento por voluntad propia, Libertad. La Libertad no es mas que la capacidad que tenemos de adaptar nuestro cambio en función de las influencias externas que tomamos. Tenemos el cambio, ley, la influencia, herramienta, la Libertad, el fin. Todo ley tiene su fin, toda herramienta necesita su motor de acción, necesita algo que ejecute esa herramienta, nuestro motor se llama Idea. Una idea nace con un objetivo, una evolución, un fin. Es la relación perfecta entre cambio e influencia.
Si conseguimos tener ideas con la menor influencia externa posible, podemos adoptar las necesarias para dirigir nuestro cambio hacia nuestra meta, haciendo posible el efecto libertad. La idea dirige al cambio. No obstante, el cambio no es dominado totalmente por ningún individuo. La maraña hace que tengamos que andar dando giros y movimientos caóticos. Pero hasta el caos tiene momentos de orden.
Tenemos que vivir en base a todas las variantes que nos rodean, pero internamente tenemos que abrazarnos a nuestras propias ideas, limpias, puras, sin influir, pues estas nos acercarán a nuestra añorada libertad. Nuestra conciencia hace al mundo, y el mundo se doblega ante aquellos que hacen malabares con la "ley indomable del cambio".
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