jueves, 24 de abril de 2014



   La inteligencia es un gran don, la belleza otro, pero acaso ¿Todo se resume a ser inteligente y bello? ¿Acaso ya nos limitamos a estar guapos, ser muy inteligentes, y conseguir pasta lo antes posible para demostrar nuestra astucia o la devoción que nos tienen?

   A lo largo de mi corta vida he ido observando que hay mas cualidades, que la gente desarrolla otras virtudes. Éstas son tan importantes o más, ya he hablado en otras ocasiones de dominar nuestras emociones y encauzarlas como la vela de un barco haría con el viento.

   Hoy voy a dirigir mi mirada a esas personas que sin ningún pudor venden humo y nos hacen creer que son excelentes en esto o en lo otro. Me parece un don inigualable la cualidad de vender torres de papel que se desvanecen en un abrir y cerrar de ojos, pero que dan el suficiente tiempo a esa persona a afianzarse o marcharse antes de que la sangre le manche el traje. Hay algunos tan hábiles que nos hacen creer que son necesarios para nuestra existencia y se convierten en el peor reflejo de nuestro principal fracaso, la política.

   La falta de fe que tenemos en el prójimo y lo peor aún, en nosotros mismos, ha dejado un vacío que algunos parásitos sociales han sabido ocupar. Como si una persona con cierto sentido común no supiera que hacer con su vida, y necesitara que otra, que por cierto ha venido también de un vientre materno y no de los cielos, le diga que vale o no vale, o que puede o no puede. La primera maniobra para que alguien quiera algo es hacerle ver que lo necesita.

   Todos somos tan necesarios como sustituibles, al mundo "se la suda" que se muera García Márquez, va a seguir saliendo el sol, pero para la omnipresente sociedad es un hecho triste el perder a alguien tan influyente en el pensamiento de muchas personas. Es esta sociedad la excusa perfecta para ir metiéndonos miedo, ideas negativas y todo tipo de estupideces, que nos tragamos con una facilidad pasmosa. El ser humano no es tan estúpido, pero estos mismos que nos han hecho creer que son necesarios son los mismos que nos hacen creer que jamás seremos nadie. Son devoradores de fe, quieren apagar esa pequeña llama de esperanza que tenemos en nosotros mismos, no quieren que veamos el potencial que tenemos como personas.

   Primer paso, creer en nosotros mismos. El fracaso es no intentarlo. Todos los humanos somos iguales. La fe, el esfuerzo, la alegría, la tenacidad, etc, esas con las cosas que nos diferencian unos de otros. O la virtud de vender humo, muy valorada últimamente.

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