lunes, 22 de septiembre de 2014


   Las relaciones entre nosotros suelen ser complejas. Cada persona es un mundo y cada mundo tiene sus propia gravedad, sus propios satélites, sus propias normas físicas. Entendernos es a veces algo que va mas allá del lenguaje verbal, y que necesita de un tiempo de reflexión. Creo que todos necesitamos tener en cuenta esto último para poder tener lazos con el resto de la humanidad.

   No podemos adaptar nuestro mundo interior para congraciarnos con todos nuestros congéneres, pues entonces dejaríamos de tener criterio propio, y aún así, seguro que habría gente que no terminaría de empatizar. El equilibrio reside en conocer los limites de nuestro universo con los del resto, intentar entenderlo, y respetarlo. Y ser conscientes que nos equivocamos y que se equivocan. Todos cometemos errores.

   Nos empujan a ser cada vez mas individuales, siendo esa una tendencia generalizada, por lo tanto cortan nuestros lazos de unión con el resto y además nos hacen a todos iguales en nuestra de actuar. Para que nos creamos especiales nos ponen tres o cuatro grupos de pensamientos, para que así podamos elegir entre lo que ellos nos indican, siendo así imposible la capacidad de duda, ya que teniendo una elección aunque sea mínima ya nos sentimos algo mas libres.

   Triste es obviar que la persona que tenemos en frente siente y padece como nosotros, y que el simple hecho de sonreírle ya puede despertar un lazo cálido entre ambas sin que haya ningún tipo de interés mas allá del deseo de relacionarnos con un ser similar a nosotros.

   Yo que siempre he sido un individualista declarado cada día comprendo más dentro de mi soledad que hay que valorar en el presente la energía que nos dan nuestros iguales, pues forman parte da la naturaleza que nos rodea, al igual que plantas y otros animales. Vivir admitiendo lo positivo de abrirnos a los demás e intentando entender los motivos que a tal o cual individuo empujan a hacer una cosa u otra. Respetarnos tanto como hacemos con el resto. Querer tanto como nos queremos a nosotros mismos.

   No solo no perder nuestra esencia si no compartirla sin miedo al rechazo o a la crítica, pues no todo el mundo va a empatizar con nuestro fin o nuestra manera de hacer las cosas. Me gusta la gente que cree en lo que hace, que sabe escuchar la opinión constructiva y que acepta con una sonrisa la crítica destructiva. El miedo no debe estar en ninguno de nosotros, pues el miedo no es nadie.

 

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