Mis heridas son parte de mi ser, parte de mi naturaleza. Soy quien soy gracias a ellas así que no es de extrañarse nada de ver la sonrisa en mi cara al recibirlas. Cicatrices que cruzan mi conciencia de punta a punta de su existencia, haciéndola hermosa para unos pocos y horrenda para otros tantos. Mi leyenda aún está por escribir y necesita de más cicatrices así que todo aquel enemigo que se digne a batirse en duelo conmigo será bien recibido pues mi fin es ser parte del tiempo fundiéndome en un tic tac, siendo parte de lo más precioso que existe, una canción.
No existe reto sin tropiezo, sin lucha, sin lágrimas. Todos nos quejamos entiendo que merecemos algo mejor, pero uno solo merece lo que gana, incluso llegando a veces a tomarlo por la fuerza. Todos buscamos algo, ansiamos algo, y si no, estamos muertos. La vida comienza cuando tomamos la primera bocanada de aire, ansiada, necesitada, entrando en nosotros y poniendo nuestro reloj a 0. Comienza tu camino, a partir de ahora todo será desear y obtener, comprender tus heridas y sanarlas para volver a ponerse en pie.
No todos deseamos lo mismo, unos se conforman con el doctrinario dinero que convierte las pasiones en onanismo de marca blanca frente a grandes pantallas, una paja nunca tuvo tanto glamour. Nos calma consumir, nos hace felices “irnos de compras” en centros comerciales cargados de cristal y luz, palacios reinados por el Rey Avaricia. Soledad que nos contempla al pasear por esos largos pasillos sin que nosotros nos demos cuenta que tiene una mueca burlona. No nos libraremos de ella ni siquiera con un bolso Gucci o un traje Armani.
Es difícil comprender que el gesto de escribir, de leer, de cantar, de crear algo que aunque solo sea para ti merece la pena, puede hacerte feliz, una felicidad que no se puede comprar, que solo se puede construir desde dentro. Cimentándola a golpe de latido, piedra a piedra, paso a paso, con cada llanto y cada risa construyendo escalón a escalón, ascendiendo hasta el cielo de nuestro ser e intentando vomitar lo mejor de nuestra harapienta alma.
Todo aquel que no entiende esta cuestión es enemigo de mi causa. Yo lucho para proteger esa magia de quien ansía convertirnos en sombras andantes, consumistas y sin sentimientos. Todos creemos en lo que nos dicen debemos creer, nos indignamos por lo que nos cuentan debemos indignarnos, no hay pensamientos únicos, no hay magia en la vida, si eres diferente eres enemigo de mi homogeneidad absolutista impuesta a golpe de pseudo periodista con laca y moreno acartonado con rodillas encallecidas y ADN de algún ejecutivo empresarial en la boca.
Pero queridos enemigos míos, tranquilos, aunque a veces pueda dar miedo mis armas son sencillas y no muy dañinas en lo que a lo físico se refiere. Mi mayor ataque puede ser mi impertinencia ofensiva y a veces nada políticamente correcta, y mi mandoble, cuyos cortes son limpios y de un tacto extremadamente frío, se llama Olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario