martes, 28 de octubre de 2014




   Cada momento de nuestra vida es irrepetible, cada gesto que tenemos cuenta, cada palmo de nuestro camino suma. Es increíble como sembramos en uno o en otro sentido dependiendo de nuestras elecciones, pero lo mas maravilloso es el poder de redención de nuestra especie.

   Cometemos errores y siempre quedarán grabados en nuestra conciencia, es imposible obviar lo que nuestro Pepito grillo nos cuenta por las noches. Hay errores pasionales y otros racionales, pero siempre vamos a tener borrones en nuestro historial. De estúpidos sería obviar todo esto negándonos la oportunidad de aprender de la experiencia sea en el sentido que sea.

   Tener una predisposición positiva a la posibilidad de equivocarnos nos hace mucho mas humildes y mas eficientes en nuestro día a día, siempre que se esté dispuesto a pagar el precio de nuestra responsabilidad. Es necesario tener la fuerza suficiente para analizar las situaciones y ver en que medida los errores son propios o externos, y una vez aclarada esta cuestión tomar decisiones lo mas justas, sabiendo la dificultad de esta empresa.

   Intentar encauzar nuestras vidas después de nuestros fallos es algo que nos hará mucho mas sabios y libres. Es un camino complejo pero nutrirá nuestro desarrollo personal. Nunca hay que olvidar que por pocos que sean los resultados, cualquier detallito, por pequeño que sea, suma a nuestro favor. Sembrar y recoger. 

   En ésto no hay ganadores ni perdedores, por que como siempre digo, todo depende de la percepción que se tenga. Esta mierda es corta y hay que vivirla exprimiéndola al máximo. Estamos de paso y vivir es experimentar. Carpe Diem, con coco, pero Carpe Diem.


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