viernes, 6 de septiembre de 2013

   El silencio es una nota musical, es una respuesta, es un gesto, un regalo que compartir, una opción a liberarnos, una cadena a la represión y un síntoma reflexivo.
 
   De todos los sentidos que se le pueden buscar al silencio, hay algunos con connotaciones positivas y otros con calado mas negativo. No hay señal más grande de la vida que tiene el silencio, pues es humano hasta en su bipolaridad.

   ¿Ante la presencia de éste que podemos hacer? ¿Responder con la misma moneda? ¿Cambiar la armonía musical para presentar otro tono, otro acorde que haga mas emocionante la obra, o tan solo debemos sonreír ante la presencia de tan grande caballero?

   Creo que la mejor opción es ver de donde es nuestro visitante para no ser malos anfitriones, sí el silencio viene cálido y abierto, posiblemente sea un silencio del sur, pero en contraposición, sí llega frío y distante puede que sea un silencio muy del norte, donde hiela hasta el alma mas fogosa.

   Una vez descubierta la procedencia del forastero, sabremos si regalar cálidas sonrisas, o la mas glacial y absoluta indiferencia. Así nuestros silencios se sentirán cómodos. Dicho esto ahora toca callar y guardar silencio, pero ¿De dónde vendrá?

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