miércoles, 23 de octubre de 2013


   Cerrar la puerta al mundo. Cerrar los ojos, parar el sonido, respira,. arrancar cualquier pensamiento. Solos tu y yo, proyección y proyector. Mirarnos a los ojos, un niño, un hombre, de fondo la nada. Solos tu y yo.

   Charlar con ese tu, observar como la soledad es un escenario perfecto para esa conversación. Mirar con dulzura a su odio, a sus errores, a sus rabietas, a sus manías. Aplaudir sus ilusiones, sus sueños, sus inquietudes. El hombre rendido ante el niño, ley de vida.

   El mundo está fuera, tú mundo está fuera, niño tu haces ese mundo, no él a ti. Cerrar la puerta a la ley de colores para el cerebro monocromático. Maquinaria de destrucción masiva de la maravillosa obra de arte que es pensar. ¿De que color es la estupidez niño?

   Dame las respuestas que de ellas yo haré reales las que mas me gusten. Y los dos juntos demostraremos que el negro no es la ausencia de color, si no un fondo hermoso para sueños y besos, caricias y silencios. Que el blanco no es inmaculado ni virginal, si no el principio de un pensamiento o la primera nota de una canción.
 
   Tu, yo, el bosque y el mundo queriendo entrar. Nosotros viendo como empuja la puerta de nuestro bosque. El mundo es caprichoso niño, es caprichoso, pero hay algo que no te pueden arrebatar, la soledad. Bosque y lobo, hombre y niño. Él patalea, llora, berrea, intenta llamar tu atención, pero el mundo niño, solo es un escenario con algún que otro foco apagado.

   ¿Quién tiene agallas para decir como va esto? Niño, perdónales, pues hay una gama de colores con nombres puestos, y normalmente solo ven blanco o negro.

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