Apaga la vida, enciende un cigarro, deja que toda la energía acumulada durante esa pesadilla despierte en forma de grito. Baila con el diablo y saca a ese niño malo. Ya está bien de llantos y de pataletas. Tienes un regalo, y lo vas a compartir. Luces, volumen, fluye toda la rabia, la sensualidad, y el sentimiento que llevas. Únete a un ritual donde la cordura no esta invitada, y los instintos mas primarios son las únicas ropas que te visten.
Se dispara la adrenalina, ya todo es velocidad, ya todo es subir, alto, más alto, y en tus ojos la verdad, un instante solo un destello que hacen de ese momento lo esperado, lo que siempre has deseado, lo que tu alma anhela en cada momento. Una maldición tan deliciosa que hace tener celos a la mas fuerte de las lujurias.
Y estoy listo, dispuesto, sonriendo por que conozco el futuro, por que soy quien sabe el desenlace, la niebla ya marchó, ahora solo toca mirar, es un sueño, lo se, pero gracias a ese sueño soy lo que soy. Descienden los pensamientos para dar paso a las sensaciones, a la vida, a cada momento de ser tu mismo.
Es egoísta, es tuyo y no hace falta que sea de nadie más, con el tiempo te das cuenta de la soledad del momento, aunque miles de nexos te unen al resto del mundo, estás en una cima donde te quedas observando al cielo, desafiando, con algo de camaradería con el de arriba, si es que hay alguien, pero en ese momento te la suda estar solo. Solo quieres sonreír y disfrutar de ese aire, de esa bocanada que entra en tu pecho, para golpear la desesperanza y dar paso a la pasión.
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