La falta de sueño hoy no hace mella en mí, parece que mi cuerpo este reaccionando al otoño con una pasiva indiferencia, menos mal que se excita ante está canción de Rainbow que tengo de fondo mientras escribo.
Hay una cosa que he aprendido de la soledad, tiene sus sonidos característicos, la soledad está llena de ecos. Ecos lejanos de palabras, unas hirieron otras calmaron penas y culpas. Y esos ecos nos dejan claro que todos necesitamos a alguien, y que siempre apartados del mundo no podemos vivir, ni tan siquiera yo. Si, así es, ni yo el que todo lo puede, el que siempre está bien, puede vivir sin más compañía que unos viejos acordes y unos cuantos libros.
No hablo de pareja, no hablo de necesitar a alguien, solo hablo de compartir, de entender un poco más de ti y del mundo mirando a traves de otros ojos, un color diferente para está pelicula en blanco y negro. Eso está genial, pero tampoco vale cualquiera, la compaía no la da el que lo que está cerca de ti respire y emita sonidos que a veces pueden parecer palabras.
Soy un poco aventurero, me gusta descubrir cosas a lo largo de esta corta existencia, y no me cierro a vivir nuevas experiencias, ni a conocer nuevas personalidades, pero, también es verdad que me aburre soberanamente cuando lo que conozco no supera para nada a lo conocido antes. Pocas personas hacen que se nos remueva algo por dentro, llamalo curiosidad, deseo, cariño, complicidad. La gran mayoría de mis amigos lo son por antiguedad no por el merito de su singularidad. Lo que si puedo decir de mis admirados enemigos es que ellos si lo son por su excepcionalidad, asi que no siempre es una virtud eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario