jueves, 22 de octubre de 2015


   Sentado con un café asqueroso y frente a mi, mi pereza, mirándola a los ojos desafiante, barajo la posibilidad de enfrentarme a ella, pero retar a la pereza genera en mi cierta desgana. Así que sigo con este detestable café y con el rock de fondo en mis pensamientos.

   Aún recuerdo cuando empecé en esto de la música, la visión que tenía de un mañana incierto, nunca fui uno de esos tíos que imaginan su futuro color de rosa, pleno, con éxitos, con la diosa Fortuna de mi lado. La verdad es que siempre he sido bastante negativo, no es que no haya tenido suerte en la vida, pero me ha dado algún que otro sobresalto nuestro querido amigo destino.

   He tenido muchas experiencias que jamás habría imaginado vivir. Creo que un músico tiene el privilegio de rozar con sus dedos la felicidad para luego dejarla escapar entre los ecos de un aplauso. Se va, se marcha, te deja solo, triste, como si se tratara de la mujer mas hermosa y lasciva que te hayas podido follar,  que te abandona por la mañana y te quedas con ese sabor a Jack daniel y a coño en tu boca.

   El fracaso es el mejor maestro que podemos encontrar, y como tal, siempre lo tengo cerca dispuesto a enseñarme a comprender el mecanismo que ese magnifico Dios que tenéis le ha puesto a este complicado reloj suizo llamado mundo.

   A veces he compartido algunas de las lecciones aprendidas, pero, generalmente, importa poco lo que esta loca cabecita pueda aportar. Y lo entiendo, yo tampoco escucharía a alguien como yo, impulsivo, rencoroso, con un diablo a un lado y al otro, otro diablo aún peor. Así que de un tiempo hasta ahora, suelo callar bastante mas que contar, y he de confesar que esto es un medio de desahogo que alivia bastante mi carga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario