domingo, 26 de noviembre de 2017

   Llevo tiempo pensando en la importancia de la palabra, el poder que encierra el uso adecuado de nuestro lenguaje. Estamos estupidizados, es mi opinión, y no suelo ocultarlo. No solo no leemos bien lo que a nuestras manos, o mejor dicho al alcance de nuestros ojos llega, sino que tampoco contrastamos y dudamos de todas las "verdades" que nos seducen.

   No hay comunicación sin lenguaje, ni lenguaje sin palabras, y la voz nace de dentro, de nosotros mismos, de ese hueco que alberga nuestros temores, esperanzas, sueños, emociones nacidas de ese hueco mundo. La voz navega en un oceano de emociones, tiembla, se agudiza para destacar, se apaga gravemente para hablar de algo que nos duele. Voz, palabra, emociones.

   Utilizamos mal la palabra, la manipulamos de una forma obscena, no es nuestra culpa, es solo lo que nos hemos encontrado en este mundo. La educación que erra desde hace ya más de un siglo y que seguirá errando pues nada a cambiado y nada cambiará.

   Me he propuesto en secreto desde hace un tiempo utilizar la palabra como un aliado, pero no para mis intereses personales, si no para mejorar lo poco que puedo mejorar de este vacío barranco que arrastra nuestras vidas hacia una imparable muerte. No seré eterno, ni siquiera importante pero al menos intentaré mejorar la vida de todo aquel que me rodea con la palabra. Es un gesto insignificante, pero tampoco requiere un esfuerzo mayor que el escuchar los ecos más bondadosos que nacen de ese pozo anclado en nuestro pecho.

   Básicamente es lo contrario a lo que hoy llamamos Trollear. No voy a dejarme llevar por esa moda tan desagradable de machacar al otro solo por el hecho de molar. Cuando se es cómico y uno se ríe de si mismo puede permitirse el lujo de jugar a bufonear al resto, pero deberíamos reflexionar sobre si en nuestra mano está el poder de reírnos de nosotros mismos.

   Es preferible que nuestra voz siembre un poco de magia y moldee hermosas palabras bien usadas, a entrar en una constante confrontación de ingenio malintencionado donde el único ganador es la perdida de relación entre individuos.

   Y con esta gilipollez que llevo poniendo en practica unos cuantos días me voy a dormir. Tened dulces sueños, maquillad vuestras vidas y por favor, follad más.

lunes, 9 de octubre de 2017

   ¿Qué importa? El mundo, yo, los sueños, la vida en sí, una puta bandera ¿Que importan? Nada importa, la verdad, si se me aprieta una vuelta de tuerca más en mi cabeza, nada importa, todo me la suda, siempre fue así y actualmente lo seguiría siendo de no ser por las inquietudes que ciertos momentos de mi existencia han tatuado en ese tic tac que tengo escondido en una caja podrida en mi pecho.

   He de admitir que estoy deprimido, sí, de bajón, y en esta asquerosa depresión he encontrado algo maravilloso, alivio, estoy aliviado por ver que no me equivocaba, todo es una mierda. Las debilidades nos hacen dañinos ante el prójimo, nos escondemos en estupideces y no escuchamos ni observamos al de al lado.

   Llevo un par de días reflexionando entre borrachera y borrachera, más que nada por que cuando estamos mamados tenemos una percepción muy diferente de la realidad. Son varios puntos, pero uno de los más importantes es el de reducir la comunicación verbal. Creo que no sirve de nada hablar con los demás, no te escuchan y ya en emitido en juicio en sus cabezas, para que intentar cambiar nada, dejemos a cada uno con su receta y su medicina.

   Es preferible enmudecer, solo abrir la boca para lo estrictamente necesario, sexo oral, algún beso, engullir, beber, bostezar y algún que te follen, o mejor, un adios, incluso ambos juntos. No decir nada, mirar alrededor y sostener la situación en nuestras cabezas como una casa de muñecas frágil lista para ser zarandeada y espiada por un gran ojo del que ningún detalle se escapa.

   Lo mejor de enmudecer y ser un mero espectador de todo es que estamos tan absortos en nuestro juego de vida burguesa y estupidizada que ni siquiera nos percatamos que hay una voz menos en el coro, una cabeza menos pensando en el colectivo aborregado pero bien vestido y mejor peinado, con su botoncito abrochado hasta la nuez y cinturones y zapatillas a juego. Ooooh, y que pena cuando nos damos cuenta que la voz ya no está, hace ya que se fue y hasta desprecia al oído que a su vez hizo lo mismo con ella un tiempo atrás.

   Deprimido, sonriente y aliviado, ese es mi estado. Un momento de dulce y maravillosa punzada, como una azote en la nalga, un pellizquito de placer y dolor. Como esas uñas marcadas en la espalda. Sentado en mi bosque, mirando con desprecio a la lejanía, ahora quien quiera verme, tendrá que entrar aquí primero. Ya es tarde para cambiar mi opinión. Os cantaré, solo os cantaré.

jueves, 28 de septiembre de 2017



   Semidesnudo, acalorado, escuchando el S.P.I.R.I.T de los Bring me to the horizon a todo volumen en mis auriculares, entrando en ese estado donde los dedos a veces van mas rápido que esa voz que dicta en mi cabeza.

   A veces explota a golpes esa fuerza que llevamos guardada que nos eleva por el resto, en algunas situaciones para bien, en otras no tanto. Me suelo reír bastante de mi mismo en este sentido, pues no suelo acertar casi nunca. He de fracasar mejor me digo mientras una mueca burlona e irónica se dibuja bajo mi barba.

   La sexta marcha tan maravillosa que todos guardamos dentro y que suele surgir en momentos puntuales por la rabia, éxtasis, impotencia, euforia. Ese golpe de adrenalina que nos libera de todo aquello que realmente no importa y lo aparta todo de nuestra visión haciendo que nos concentremos solo en un punto donde volcar toda nuestra energía.

   Llevo años estudiando como canalizar toda esa fuente en algo positivo y lo único que ha hecho que pueda dominar al animal es la música y en su defecto la literatura. Escribir me hace aclarar mis ideas, leer o centrarme en las emociones de otros (Música) desconectar mis emociones para conectarlas a alguien que intentaba aclarar sus ideas antes que yo.

   Antes hubo una época donde quizás el pudor me podía y me frenaba ante el exponer mis textos ante la posibilidad de que alguien los leyera. La verdad me la suda quien los lea, lo único realmente importante es que si alguien lo hace le sirva como mínimo para remover esa humanidad que habita bajo esos seres programados para producir y cagar, cagar y producir.

   La turra de la sexta marcha tiene un porque, muy sencillo, es para explicar como mantengo en calma mi frustración, que como cualquier ser humano la tengo y muy marcada, por mi manera de pensar. Es maravilloso poder aislarte del mundo y crear de todas tus emociones un nuevo trazo, un nuevo ser, un nuevo sueño, todo tejido a golpe de emoción y palabras. Un hilo de palabras para hacer un muñeco de trapo y que alguien le preste un segundo de su atención para darle vida. Colorear ese cuadro en blanco y negro con la mirada de una sola persona que roce con una minúscula partícula de su alma la tuya en un gesto de amor y comprensión digno del sentido positivo de nuestra raza, la humanidad.

   Si, he dicho amor, pues amor no es solo eso que demuestra esa pareja perfecta en instagram tan maravillosa a la cual quizás conozcamos por que algunos de nosotros nos estamos tirando a uno del binomio, bah, un detalle sin importancia. No es a ese amor al que me refiero, es a ese amor que sientes cuando otro ser empatiza contigo y conectáis de una manera inexplicable pero que te hace dar gracias por unos segundos por seguir respirando.

   Algo que también agradezco y de lo que algún día hablaré por aquí. Bueno, realmente lo agradece más mi ego que yo. Curiosa burrada acabo de soltar, bueno, al tajo. Uno de los motivos por los que aquí consigo centrarme es por que no hay ningún necio que cuestiones mis estupideces en directo, seguro que en diferido si, pero de momento me deja escribir. Esos necios que cuestionan algunas de las cosas que digo pero que luego, pum, te dan la razón con el paso del tiempo. Lo peor de todo es que con ya hasta me es indiferente el que nadie me escuche.

miércoles, 20 de septiembre de 2017



   Bucear en uno mismo, adentrarse en nuestros propios temores, en nuestras heridas, nuestros triunfos y fracasos. Cuando escribo es un curioso trance donde todo lo de fuera se vuelve borroso, se apaga, la luz está en esta moderna pantalla que agiliza tanto lo que antaño fue una maquina de escribir y tiempo  aún más atrás una hoja de libreta vieja o un folio vacío. 

   Comencé pronto a escupir mis pensamientos, no recuerdo con que edad escribí mi primer relato, soy lo que soy, no gran cosa o al menos así me veo. Pero es una sensación extraña entrar a mi otro blog y leer lo que estos dedos han escrito tiempo atrás. Me sorprendo a mi mismo, no me creo muy especial por eso pues es más común de lo que pensamos tener esa percepción de nuestros actos con la perspectiva del tiempo. Solemos ser bastante duros con nosotros mismos, bueno, casi todos, hay bastantes necios por ahí que se creen imprescindibles para que le mudo siga con su monótono girar.


   Sobre mirar tiempo atrás lo que he escrito en este me parece un ejercicio demasiado egocéntrico puesto que aquí no hay magia, no hay vida. Solo escribo la primera impresión, reflexión o pensamiento que se me viene a esta obtusa mente. No me interesa la realidad, ni tan siquiera la mía, eso se lo dejo a los periódicos, yo no soy periodista ni pretendo serlo, no me suelen caer bien.


   En el bosque me muevo a mi antojo, y el acto es el objetivo no el resultado en sí. Simplemente vomito lo que no me dejan vomitar esos estúpidos humanos que me rodean Se le quiere, se les tiene cariño, pero no me pidáis que respete a todo el mundo pues a veces confundimos ser humildes con hipócritas y mi niego. Vivimos en un mundo donde expresarse a ciertos niveles puede ser un acto impúdico o peor, un ejercicio de irreverente narcisismo. Y mientras me miro en el espejo y me peino lanzándome besos al borde del onanismo intelectual voy a contaros la extraña gesta que es adentrarse en una canción.


   Las canciones no se crean, están ya, es éter. Todo el arte es el acto de captar ese éter, de traer las llamadas musas frente a nuestros ojos y darles forma justo como ellas nos dicen que hay que hacerlo. No tiene merito ninguno más allá de aprender a contemplar la belleza como lo haría un niño, o mejor, como un necio embobado con la boca abierta, a media baba, absorto en lo que la vida nos puede mostrar mientras se nos pone la piel de gallina e incluso tenemos una erección emocional y si me apretáis mucho hasta física.


   El acto de adentrarse en una canción es dejar que te roce esa musa por la espina dorsal, susurrándote al oído con una sensual voz mientras sus manos toman tu cuello. Poder y delicadeza esas manos que pasan por todo tu cuerpo haciéndote su propia marioneta. Tus manos escriben lo que te dicta tan hermosa boca, tu voz canta lo que te canta esa dulce voz, tu corazón late cuando pega su pecho al tuyo, desnudando tu alma y embriagándote entre besos y caricias. Tu no eres tu, eres suyo, y siempre lo serás, a cambio, ella te dejará que cantes su canción, que cuentes su historia, que tengas un pedacito de ella para mostrar al mundo lo maravilloso que es ser su esclavo.


   Estás dentro de esa canción siendo tu el narrador, el protagonista, el villano. Tu lo eres todo y a la vez no eres nada, solo el mensajero de algo más grande de lo que tu serás jamás. Tu vida no tiene sentido ante la inmensidad de un amanecer, no eres más que la oxidada herramienta de algo que está por encima de ti y que ni tú eres capaz de expresar pues aquello hace que contengas la respiración, que se ahoguen las palabras en el fondo de tu garganta. Eso quizás sea Dios o quizás sea demencia, no lo se. Después de todo, yo solo hago lo que me mandan. A lo mejor soy un viejo enamorado de la mar.

jueves, 31 de agosto de 2017

   Mis heridas son parte de mi ser, parte de mi naturaleza. Soy quien soy gracias a ellas así que no es de extrañarse nada de ver la sonrisa en mi cara al recibirlas. Cicatrices que cruzan mi conciencia de punta a punta de su existencia, haciéndola hermosa para unos pocos y horrenda para otros tantos. Mi leyenda aún está por escribir y necesita de más cicatrices así que todo aquel enemigo que se digne a batirse en duelo conmigo será bien recibido pues mi fin es ser parte del tiempo fundiéndome en un tic tac, siendo parte de lo más precioso que existe, una canción.

   No existe reto sin tropiezo, sin lucha, sin lágrimas. Todos nos quejamos entiendo que merecemos algo mejor, pero uno solo merece lo que gana, incluso llegando a veces a tomarlo por la fuerza. Todos buscamos algo, ansiamos algo, y si no, estamos muertos. La vida comienza cuando tomamos la primera bocanada de aire, ansiada, necesitada, entrando en nosotros y poniendo nuestro reloj a 0. Comienza tu camino, a partir de ahora todo será desear y obtener, comprender tus heridas y sanarlas para volver a ponerse en pie.

  No todos deseamos lo mismo, unos se conforman con el doctrinario dinero que convierte las pasiones en onanismo de marca blanca frente a grandes pantallas, una paja nunca tuvo tanto glamour. Nos calma consumir, nos hace felices “irnos de compras” en centros comerciales cargados de cristal y luz, palacios reinados por el Rey Avaricia. Soledad que nos contempla al pasear por esos largos pasillos sin que nosotros nos demos cuenta que tiene una mueca burlona. No nos libraremos de ella ni siquiera con un bolso Gucci o un traje Armani.

   Es difícil comprender que el gesto de escribir, de leer, de cantar, de crear algo que aunque solo sea para ti merece la pena, puede hacerte feliz, una felicidad que no se puede comprar, que solo se puede construir desde dentro. Cimentándola a golpe de latido, piedra a piedra, paso a paso, con cada llanto y cada risa construyendo escalón a escalón, ascendiendo hasta el cielo de nuestro ser e intentando vomitar lo mejor de nuestra harapienta alma.

   Todo aquel que no entiende esta cuestión es enemigo de mi causa. Yo lucho para proteger esa magia de quien ansía convertirnos en sombras andantes, consumistas y sin sentimientos. Todos creemos en lo que nos dicen debemos creer, nos indignamos por lo que nos cuentan debemos indignarnos, no hay pensamientos únicos, no hay magia en la vida, si eres diferente eres enemigo de mi homogeneidad absolutista impuesta a golpe de pseudo periodista con laca y moreno acartonado con rodillas encallecidas y ADN de algún ejecutivo empresarial en la boca.

  Pero queridos enemigos míos, tranquilos, aunque a veces pueda dar miedo mis armas son sencillas y no muy dañinas en lo que a lo físico se refiere. Mi mayor ataque puede ser mi impertinencia ofensiva y a veces nada políticamente correcta, y mi mandoble, cuyos cortes son limpios y de un tacto extremadamente frío, se llama Olvido.

martes, 22 de agosto de 2017

   El silencio absoluto es dificil de conseguir. Mis demonios están constantemente hablándome, susurrandome al oido, conspirando. Son maravillosamente incansables, sólo en algunos instantes en los que la música llena el eco de mi instinto consigo ese silencio, esa paz, ese motivo para vivir.

   Supongo que hay varios tipos de seres humanos, unos con una conciencia obediente y racional, y otros, cuyo fracaso es casi su bandera, con un fuerte impulso hacia el caos, hacia la desobediencia, el ansia de libertad aún por encima del bienestar y el acomodo.

   A veces me pregunto sí sería mejor dejarme llevar por el mundo y abandonarme a una deriva social, acomodada y desidiosa. Remar contra corriente cansa bastante y más cuando el mundo está mutando a máquina de exprimir cerebros y depurar excrementos. Total, libros = caca y caca = mc Donals, binomio exquisito para elevar a Cristianos Ronaldos y Belenes Esteban a la cabeza más visible de nuestro sociedad.

   Cuando pasas tiempo con personas cuya manera de pensar es muy generalizada y bastante diferente a la tuya, te planteas el hecho de no llevar razón. Tanto repetir los mismos mantras hacen que en un acto de humildad y autocrítica analice mi vida desde el prisma más objetivo que mi limitada mente me plantea. Y comienzo a valorar mi experiencia en la "Aldea de los Sueños Rotos".

   Un lugar donde como en el resto del País, el mayor valor de un pueblo que es la juventud, sus niños, su futuro está en modo no hope, hastiados de tan poco porvenir. Pues si apuestas todas las cartas a Dios Dinero suele salir el Joker y joderte hasta que sentarte sea un acto de heroismo.

   Viendo como sus ejemplares mayores descomponen su higado a golpe de macheo en la barra de un bar mientras critican al prójimo y exageran hazañas laborales que seguramente sus jefes ridiculizarán a golpe de pecho: El burro hizo tal proeza por una zanahoria menos que la mula, que gilipollas es el burro, pero tiene que comer, menos mal que yo soy más listo y ni por 100 zanahorias haría lo que el burro.

   Se que me equivoco, pero yo en mi errores tengo depositada más magia, más esperanzas, y más ilusiones que la gran mayoria de aldeanos de esta pequeña villa. El mantra continua y yo sonrío callado mientras observo al mundo moverse. Tu juegas tu partida y yo la mía, pero no se suele envidiar al que es más infeliz que tu.

sábado, 5 de agosto de 2017



   El fracaso, compañero inexorable con el que siempre he podido contar cuando la moneda estaba en el aire, éste que me ha enseñado tanto en la vida, pese a que mucha gente intente demostrar que no se nada, y quizá tengan razón. No soy más listo que nadie, ni lo pretendo, pues esa es una responsabilidad que no creo que necesite un músico.

   Me tengo que hacer un tatuaje con algo que simbolice el fracaso, es una de esas cosas que siempre tengo en mente, pero que luego no termino de ejecutar, y ahí nuestra cuestión. Ejecutar, efectuar, realizar, elaborar, cumplir, concluir. Terminar un acto, desde que se inicia la idea en nuestra mente, hasta que el verbo se apaga para dejar paso al silencio que acontece la maravilla del aplauso o del repudio.

   Supongo que la madurez es eso que nos hace sopesar las consecuencias antes de actuar, y por lo tanto nos hace más diplomáticos y sensatos. Pero si soy sincero la diplomacia de poco me ha servido hasta ahora y la sensatez es eso que mando a la mierda antes de hacer algo que posiblemente luego sea o divertido o provechoso.

   He aguantado a capullos en bandas por ser diplomático, he soportado a compañeros en otros trabajo por ser sensato, y básicamente se suele tolerar por algún tipo de interés, y ahora el circulo se completa. ¿Cuando estas abocado al fracaso que motivo puede frenar el detonante de tus actos?
   Y otra cuestión aún mejor ¿Quien valorará el hecho de que resistas y no lo mandes todo a la mierda? Ya os lo respondo yo, nadie.

   Realmente en la vida nos valoran por ser fieles a nosotros mismos, por ser únicos, no por ser uno más del rebaño acomodado, no hablo de gilipolleces anti-sistema ni ninguna cagada de esas. Hablo de maneras de vivir, de afrontarlo todo, de colaborar, de actuar en consecuencia con los demás. Yo te piso, tu me pisas, yo te ayudo a levantarte, tu me ayudas, pues tus objetivos y los míos van camino del fracaso. Ya que se van a la mierda hagamos algo épico, digno de mencionar, algo hermoso, algo ejemplarizante.

   Actuar, moverse, hacerlo, que no nos frene nada que no seamos nosotros mismos, y no por creernos incapaces, si no por que no nos sacie el final. Esta mierda dura 3 días y lo último que hacemos es cagarnos encima.

jueves, 8 de junio de 2017

   Dios nos odia a todos un poquito, está claro que esa maravillosa mierda nos salpica a todos. Los buenos momentos que vivimos a lo largo de esta maloliente vida son como pompas de jabón, son hermosos a la par que efímeros.

   Son como una sabrosa y helada cerveza que se derrama por nuestra garganta pero que tiene final con eructo incluido. Siendo conscientes de esto los debemos vivir abrazándolos como si del primer amor se tratara. Desconectemos de desidia, desgana, derrota y no se que mierda más empezada con "de" de demencia.

   Podemos pasarnos el día pensando en como sería todo si la promiscua y atractiva diosa Fortuna nos sonriera más a menudo, pero pasa como con esa camarera buenorra, a veces te sirve la copa con guiño y escote, y otras te la tira encima. ¡Menuda zorra!

   Somos minúsculas motas de polvo en este grandioso universo, pero cada gesto que hagamos marca la resolución de los siguientes instantes. Si el día se tuerce y dejamos que nos gane el pulso la semana será torcida, pero si a los golpes les devolvemos una sonrisa burlona, riéndonos de lo bien que encajamos las hostias, la torcedura se acentúa en nuestra rostro pasando a ser una mueca graciosa que a diosa Fortuna la parece irresistible y posiblemente nos llevemos su teléfono apuntado en una servilleta. Tiradlo, es muy puta y no suele coger las llamadas.

   Todo es cuestión de actitud, atrae o repele, depende de nosotros como se muestre nuestra energía ante los ojos del destino, un jugador de cartas trilero y embustero, incierto compañero de viaje, amigo traidor y salvador espontaneo. El amante más apasionado de Fortuna, ese que mientras se la está tirando nos sonríe con gesto de desprecio.

martes, 16 de mayo de 2017


   A veces nos damos cuenta que la vida es una burda función donde solo somos el protagonista cuando las cosas se ponen feas o cuando toca coger el toro por los cuernos. El resto del tiempo no dejamos de ser más que la putita que menea el culo y enseña las "largas" bajo la blusa sin sujetador.

   Cuando nos rodeamos de complejos termina empañando nuestra manera de ver la vida, donde el ¿que dirán? pasa a ser un imperante en nuestra forma de actuar. No somos ni protagonista, ni mucho menos director, no podemos escribir la siguiente página de nuestra existencia sin el permiso de los actores secundarios.

   El productor ejecutivo siempre ha sido un buen hijo de puta, que nos limita a mirar la televisión con el virus consumista haciendo su trabajo, devorándonos por dentro, haciendo que el atrezzo nos parezca de peli de serie b aunque en otros escenarios sea una de marvel.

   Es jodido tener que estar bajo el yugo de la economía y más aún de lo políticamente correcto (Todo aquello que contiene la palabra político/a me suelta el vientre), pero lo realmente grave es no poder seguir construyendo la siguiente escena sin que nadie emborrone tu guión. La crítica entra a despellejarte antes aún del estreno, haciendo que cualquier intento de felicidad sea solo un amago ante la maravillosa gran cartelera del inmovilismo.

   Es más sencillo no hacer nada, vivir tal y como se ha dictado. No conocer los mecanismos que hacen que lo que nos nace emocionalmente se reprima enquistándose por algún interés de carácter ético, social o económico. Y si eres "avispao" y conoces los mecanismos prepárate para estirar tu lengua hasta llevarla al esfínter por que te van a llover opiniones en contra.

   Ponerse ante los focos y un buen monólogo al dulce sonido de la guitarra de Gary Moore con una verde bien fresquita es quizás lo único que a los pobres parias como yo nos puede hacer desarrollar nuestra teatral tragicomedia unicopensante. Cerrarse en banda a colaboraciones de chicas mas guapas que tu que al final destaquen tanto en tu función que solo te quede pellizcarte los pezones para que se marquen debajo del top mientras masticas chicle y respondes al nombre de Stacy, es quizá la única alternativa en este show business llamado vivir. Todas muy monas, pero ninguna con guión propio, menos Stacy que busca a su héroe mientras las demás se burlan de ella, puta cenicienta, tu carroza es un seat viejo y tus zapatos de cristal el estribillo de una canción sin terminar. Y el príncipe mientras soltando gallos en Eurovisión.

miércoles, 15 de marzo de 2017

   La cuerda floja emocional en la que todos posamos nuestros pies descalzos puede ser un camino complicado de realizar. Buscar un equilibrio en esa cuerda floja mientras lo que te rodea te empuja hacia una caída que suele tener red, pero que cada vez hace más complejo el acto de incorporarte y subir de nuevo hasta la cumbre donde vuelves a enfrentarte a esa cuerda, a ese camino.

   Lo sencillo es quedarse abajo, tumbado, cómodo, disfrutando de las vistas, maravilloso, todo maravilloso, hasta que despiertas y notas que lo que antes era una red de seguridad ahora se ha convertido en una tela de araña. Y la muerte acecha tejiendo junto a tu sombría desidia un collar, con tu nombre y el de tu amo, con una fecha de caducidad, para consumirte, para saborear el suculento manjar, la vulgaridad.

   Y que guapo me veo con esta nueva camisa estampada que me hace muy millenial y modernito. Y mi nuevo corte de pelo que mi estilista me ha hecho, el vigesimo quinto corte de pelo exactamente igual de la semana, al final aprenderá a hacerlo sin mirar.

   No es una crítica a quien viste o se corta el pelo de una forma u otra, cada cual que haga lo que le salga de sus bajos, pero, hasta que punto hacemos lo que realmente queremos o somos una producción en cadena cada vez más condicionada. Grupos sociales divididos con encabezados nominales del tipo, Vegano, Animalista, Feminista, Heteropatriarcado, etc, etc. El odio al otro, la intolerancia, el conflicto, como verbo en cada una de las frases que leemos en nuestras redes sociales. Redes sociales que cada vez se parecen más a esa habitación donde un tal Super nos mete los dedos para ver como rajamos del otro en un famoso y vomitivo programa de una no menos nauseabunda cadena de televisión.

   Y en mi muro pongo lo que quiero, y en mi twister escribo lo que me da la gana, y a quien no le guste que no mire. Pero en cuanto la opinión que nos encontramos es contraria, bloqueamos, o iniciamos la tan ansiada batalla. Y acosamos (Trolleamos) a aquellos que no son de nuestra forma de pensar, no aceptamos que alguien no comparta nuestros gustos de una forma positiva, lo condenamos o criticamos, eso sí, sin mencionar su nombre y de forma pública, para llamar la atención y que los y las "ventaneras" de turno entren a curiosear para ver quien es el nuevo damnificado.

   Una herramienta que nos facilita la posibilidad de compartir lo bueno que tenemos dentro, que nos puede arrancar una sonrisa, un gesto de esperanza, conocimientos, comunicación con todo el mundo, cultura global, se convierte en un jardín donde todos vamos a soltar nuestras mierdas esperando que el destinatario de ellas llegue y las pise. Un rincón donde expresar nuestras frustraciones, que suelen tener solución si las afrontas de cara, pero que por pura pereza, cobardía, o incapacidad emocional, se convierten en un cartel para alguien, un comentario para "las personas", "algunos", "las bandas", de una opinión que es tan negativa como innecesaria y que roza la falta de respeto, motivo por el cual no tenemos cojones a entregársela al destinatario.

   Todos entramos en ese bucle, en esa vorágine, todos hemos pecado de forma inconsciente, pero si lo analizamos con tranquilidad, es una perdida de tiempo y de calma que no hace bien a nadie, ni a lectores ni a emisores. La belleza de la escritura reside en que solemos escuchar poco, nos distraemos facilmente, pero la palabra escrita nos centra, nos capta, es más sencillo entregar el mensaje. Ya que tenemos esa herramienta, por que no usarla para un bien común y no para una pataleta momentánea que además nos suele dejar en mal lugar.

   El odio nos consume, es una emoción que puede hacer cosas increíbles, pero que finalmente siempre acaba destruyéndonos. Si vamos a odiarnos, hagámoslo bien, con nombres y apellidos, escupiéndonos a la cara, golpeándonos, luchando, pero al final, ¿Habrá merecido la pena?

martes, 31 de enero de 2017



   Creo que elegí el camino de la música porque una canción puede golpear tus sentidos hasta el punto de cambiar de dirección la trayectoria de esa bala llamada destino. Porque hasta el fracaso luce bien cuando te vistes con acordes nietos del Blues.

   Te sumerges entre melodía, ritmo, letra, todo ese conjunto hace que nos olvidemos de esta jaula de grillos llamada mundo. Hasta el mismísimo Trump adquiere un semblante simpático cuando unas cuantas negras, blancas, corcheas se despistan y topan con nosotros, eso sí, un simpático hijo de puta.

   Echemos un vistazo a nuestra figura frente al espejo, a lo que somos, pensemos cual es nuestra realidad y en que nos queremos convertir. Deseos a nuestros pies y sueños a nuestras espaldas, pulsa el play, y comienza a escribir tu propia canción, esta repelente bola de mierda giratoria se arrodillara ante tu figura, pues alcanzaste algo que todos envidian, que anhelan, que quieren abrazar pero como no pueden conseguir intentaran tumbar.

   Si, si, critica como escribo, como canto, como me visto, como vivo, pero mientras tu estas leyendo esto quizás esté disfrutando una cerveza bien fría mientras mi mente comienza a tejer una nueva ilusión, el esbozo de una sonrisa, la preciosa forma de un sueño. Y soy quijotesco y un ridículo bufón, pero como me visto con seda de alegría y encajes de libertad, quien pierde su tiempo odiando sólo encontrará un mal aliado llamado tristeza, por que no hay algo mas amargo que no fantasear.

    Dejémonos follar la mente, que nuestra inteligencia vaya mas allá de recitar cuatro formulas de memoria y cuatro países con sus cuatro contaminadas capitales de mierda. Que nuestra inteligencia vaya mas allá de criticar al que no entendemos, al que es diferente, de contar billetes que no tienen sentido si no secan lágrimas, si no siembran esperanza, de mirar lo oscuro de la habitación y no la pequeña y luminosa mirada de esa hermosa luna que prefiere contemplar sabanas mojadas entre gemidos a otras arrugadas entre giros y más giros. Inteligencia es mearnos en quien nos quiere mal, y siempre guardar una sonrisa para esas personas que han aportada un poco más de calor en esta noche larga y fría llamada vida, incluso si éstas no lo saben, no hace falta, amar es amar, no es avisar al otro de que tiene los cordones desatados.

    Salid, bebed, pecad, pues quizás después no recordemos nada, pero en mis arrugas habrá un reglón muy marcado de tanto reír. Desgastad vuestros labios entre besos y más besos, y algún roce con el cristal, que embriague los temores del mañana, pues mañana es un día, que ahora mismo, no nos toca lamentar.

miércoles, 18 de enero de 2017



   Maravillemos al mundo, encendamos esa llama que hace que todo se paralice para contemplar una sonrisa. Es indescriptible, solo nace e ilumina todo alrededor. Bombea fuerte a cada latido y genera energía positiva. Una pose ante la vida que termina haciéndose un vestido hermoso que debemos llevar con orgullo, que nos hace estar mas guapos que nunca, pero que a su vez también genera cuchicheos y envidias, y gilipollas seríamos si no lo tuviéramos en cuenta.

   Alzar el vuelo es un gesto precioso, y mientras estamos arriba, las miradas son diferentes, unas con admiración y cariño, otras con desprecio y desdén. Curiosamente las buenas vibras suelen venir de gente que apenas te conoce, que te admira por tu esencia, por lo que eres, pues solo tienen referencias de ti mismo, sin ninguna mascara ni filtro que quite arrugas y ponga paquete, que cuente rumores y reste méritos. Suelen venir de criterios propios y no de influencias externas que generen una influencia hacia un lugar u otro.

   Superado ésto, solamente podemos alzar el vuelo conscientes de a donde tenemos que poner nuestro foco, y es el acto más complejo pero a la vez más hermosos. Brillar para hacer brillar homenajeando a todos aquellos "cuerdos" que prefieren vivir en sus habitáculos de cristal donde se come a las 14.00 y se folla los Sábados con la pareja de siempre pensando en el polvo de strangis de los Martes por la noche. Un homenaje a todos aquellos que no creen, pero que se quedan atónitos ante el resplandor de esa sonrisa, que sin explicar cómo, echan en falta el calor de esa llama y no hacen más que culpar al fuego por quemar.

   Hace tiempo que dejé de odiar o tan siquiera enfadarme con cualquier persona. Eso no me convierte en mejor que nadie, no digo que olvide, simplemente actúo en consecuencia, y es algo muy curioso, pues rota la influencia de esa espiral en la que nos envolvemos cuando entramos en conflicto obtienes una visión mucho más clara de todo. Y estamos muy jodidos, en serio, pero hay esperanza.

   Haced felices al resto, y haceros felices a vosotros mismos, hay equilibrios para todo, siempre vamos a tener carencias, y siempre va a haber cosas por mejorar, pero si hay amor y buena energía en lo que hacemos solo nos queda encender nuestra sonrisa y volar. Volad y no miréis abajo a quien os envidia, mirad arriba a quien os anima.